Como continuación del post anterior (clic aquí para leer), hoy hablaremos sobre seguridad industrial: relación entre los cuatro entornos regulatorios.
Antes de avanzar, vamos a recordar el concepto de seguridad industrial.
Podemos entender como seguridad industrial aquel sistema de disposiciones que tienen por objetivo la prevención y limitación de riesgos.
También la protección contra accidentes capaces de producir daños a las personas, a los bienes o al medio ambiente.
Dichos accidentes, derivados de la actividad industrial, de la utilización, funcionamiento o mantenimiento de las instalaciones y equipos.
Además, se pueden incluir la producción, uso o consumo de los productos industriales.
Seguridad industrial: relación entre los cuatro entornos regulatorios
Es importante destacar que el límite reglamentario existente entre los cuatro campos es bastante complejo.
Los 4 campos, en concreto son la seguridad en instalaciones y equipos, en las personas, en edificios y establecimientos y en el medio ambiente.
Estos campos poseen interrelación entre sí, aunque los límites reglamentarios entre un campo y otro son bastante difusos.
Por lo general, la reglamentación asignada a un campo suele establecer requisitos de seguridad que se encuadrarían más bien en los otros casos.
Según este esquema y con enfoque en el concepto de seguridad industrial podríamos decir que:
Esta labor reguladora se despliega controlando los elementos que permiten desarrollar la propia actividad industrial.
Entre ellos, se encuentran locales, instalaciones, máquinas, equipos, actividades, procesos y productos industriales.
Dada esta definición, podemos afirmar que la seguridad industrial se vincula directamente a la actividad dentro de la industria.
Aunque es muy importante tener en cuenta que el concepto está tanto o más presente en los ámbitos no industriales.
Por ejemplo, en edificios residenciales, locales comerciales, centros docentes, hospitales, hoteles, restaurantes, etc.
Queda como evidente que es un área multidisciplinar que consiste en minimizar los riesgos derivados del uso de productos, equipos e instalaciones.
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